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Mostrando las entradas etiquetadas como Paso a paso

Dinastías de capataces

A o largo del siglo XX es notable la presencia de dinastías de capataces muy populares, entre las que destacan tres: Los Francos: Rafael Franco Luque y sus hijos, Rafael y Manuel Franco Rojas. Asimismo han salido Carmelo y Juan Antonio Franco del Valle, nietos del iniciador de su dinastía. Los Bejaranos: Eduardo Bejarano Vélez, su hijo, Manuel Bejarano Rubio y su nieto Eduardo Bejarano Uceda. También han debutado ya los jóvenes Iván y Eduardo Bejarano del Corral, bisnietos del iniciador de la saga. Los Arizas: Rafael Ariza Aguirre, su hijo, José Ariza Mancera y sus nietos, Rafael y José Ariza Sánchez. Con estos dos últimos salen actualmente Rafael, Pedro José y Ramón Ariza Moreno, jóvenes bisnietos del precursor familiar e hijos. También se puede incluir a capataces de dinastía a : - Angel González "Angelillo" y su hijo Manuel "Angelillo II". - Antonio "El francés" y su hijo Antonio. - Alfonso Borrero con su hermano Jeromo y el hi

Capataz

Las cuadrillas de costaleros están mandadas por capataces. Lo habitual en otros tiempos es que la cofradía tuviera un capataz titular, responsable de ambos pasos. Este esquema, a raíz generalizarse las cuadrillas de hermanos, es mantenido por algunas hermandades, pero otras prefieren que haya un capataz por paso tenga toda la responsabilidad. Además de los capataces titulares, existen segundos capataces y contraguías. En las cuadrillas, además de los capataces con sus auxiliares, existe la figura del aguador, generalmente un antiguo costalero, que suministra agua a los costaleros. Los capataces utilizan los llamadores para ordenar que los pasos se levanten o arríen. En las cofradías de silencio, el capataz no dan ninguna orden para que se levanten, sino que golpea tres veces. Algunos capataces han sido anteriormente costaleros, aunque en otros casos han salido directamente como auxiliares, acompañado a otros capataz. En los tiempos de los profesionales, había seis o sie

El Cachorro, nuestro puente

¿Quién puede ver muerto a un Cristo con tanta vida?. En esa última mirada, en ese estertor rotundo que se escapa, está resumida toda la Semana Santa. Cristo que se erige en puente, compendio de todos los símbolos. Cristo que se pasea inmortal por Triana y Sevilla, que atraviesa las dos orillas, que vuelve a ser el mismo que anduvo en el mar. Cristo seguido por una Virgen a la que llaman Patrocinio, dolorosa de esta inacabable agonía. Cristo que nos deja el momento supremo de su entrega frente al sol de la primavera y bajo la luna de una noche húmeda. Cristo que se nos muere, pero que nunca terminará de morir. Cachorro que se hace puente para llevarnos de la muerte a la vida. Cachorro que es nuestro puente: vencedor eterno de la muerte con su último aliento de vida.

Lección magistral

Una vez al año todos somos estudiantes y acudimos a la Universidad para recibir una lección magistral. Aprendemos con el testimonio de una cofradía que colma de sentido penitencial la tarde, ruan negro para los aledaños del Alcázar y la Catedral, mar de cruces guiones universitarios, porque también el saber debe estar junto a su verdad. Lección magistral de su Buena Muerte y de la Angustia de María bajo un palio regio. Lección de ese Cristo que nos muestra su amorosa entrega entre los lirios, dulzura de un cuerpo que padeció el martirio y se dio por todos. Sólo es Buena Muerte la que llega a su lado. Esto es lo único que nos quiere decir, lección desde la más alta cátedra del Martes Santo. Todo es tan difícil y tan sencillo como esa Buena Muere, que se abraza serena a la cruz de la vida.

En la Carretería

En la tarde del Viernes Santo redescubrimos que sigue viva la Carretería. Calles Varflora y Toneleros, por donde dobla un paso que diría que no cabe. Barrio dentro del Arenal, reducto de gremios que ya no existen, bastión que espera durante todo un año que vuelva a ser Viernes Santo. Misterio impresionante de las Tres Necesidades, donde el Cristo de la Salud aparece muerto entre dos ladrones. Uno mira hacia El, otro lo esquiva. Hay que mirarlo, hay que seguirlo y acompañar también a la Virgen del Mayor Dolor en su Soledad. Horas oscuras del Viernes Santo, intermedio trágico de su muerte, cuando la brisa acaricia los lirios frente a la fachada barroca de la Caridad. En la Carretería nos encontramos con un cofradía íntima y sincera, aún romántica, donde el tiempo se ha parado y nos parece eterno.

Arenal de Sevilla

En el Baratillo se cumplen todos los cánones de la Semana Santa. Barrio de toreros, balcón del río. Escenario mágico para admirar la Piedad al modo sevillano, con el Cristo de la Misericordia acunado en el dulce sueño de eternidad, Niño grande sobre el regazo de una Madre dolorida. También la Virgen de la Caridad, con gracia del arenal desparramada sobre su paso de palio. Ecos del ayer ahora revividos, nostalgia de El Pali en esta orilla del río. Noches del Baratillo, cuando El Arco del viejo Postigo de Aceite se abrirá en triunfo, porque llega la cofradía cerca de su capilla. Por Correos, por Aduana, por la Casa de la Moneda, por el Alcázar, marea de nazarenos azules, mar que se acerca al río de sus amores. Músicas cofradieras, murmullos, lección de fe....Arenal de Sevilla, Miércoles Santo.

Un barrio peregrina

La cofradía de Santa Genoveva es un milagro que se cumple todos los años. Un barrio, El Tiro de Línea, se pone en marcha durante trece horas para ir y volver a la Catedral. Maratón cofradiera, en la que no prima el esfuerzo físico sino la entrega espiritual. No se cansa el Tiro de Línea cuando acompaña a Jesús Cautivo y la Virgen de las Mercedes: nazarenos, costaleros y las familias enteras que le siguen en esta peregrinación de fe. Cofradía que no dudo en cruzar hasta las vías del tren para acompañar a Jesús Cautivo al que rezan todo el año. Tesón que promovía un párroco excepcional, don Antonio González, al que aún se recuerda.  Y hoy, como ayer, la Virgen de las Mercedes es la estrella que guía su barrio.

Despojado y humillado

El Expolio es un momento cargado de simbolismo en la Pasión. Jesús es despojado de sus vestiduras. Antes de la crucifixión, se le quita lo único que le queda, es humillado, y se prepara para morir. Este misterio, que nos recuerda la humildad del Hijo de Dio, es el que representa, con esa misma sencillez, una cofradía que ha peregrinado desde sus tiempos funcionales. Peregrinación por los días de la Semana Santa y los templos de Sevilla hasta encontrar su identidad en la capilla del Mayor Dolor, en el corazón de la plaza de Molviedro, para presentarnos cada Domingo de Ramos la desnudez de su mensaje. Jesús Despojado de todo, de lo poco que le quedaba. Y la Virgen del Mayor Dolor y Misericordia con San Juan, la herencia tras el Expolio, el tesoro espiritual que Jesús deja al mundo.